Freud, Marx, la ruptura epistemológica y la filosofía

En su artículo titulado «Freud y la filosofía», Michel Tort toma por objeto las relaciones entre filosofía y psicoanálisis,1 desde el punto de vista de la teoría psicoanalítica como ciencia en gestación.

Michel Tort comienza su artículo mencionando una relativa ambigüedad por parte de Freud hacia la filosofía: de un lado, Freud desea situar al psicoanálisis en relación con la filosofía (nos recuerda Tort la Carta 89 a Fliess), pero también irá expresando la voluntad creciente de tomar distancias frente a la filosofía dogmática, entendida como una simple «visión del mundo» (ideológica, por tanto). Sucede en este aspecto algo similar a lo que acontece con Marx, quien se relaciona con la filosofía también de un modo contradictorio, y quien nunca termina de sistematizar algo parecido a una filosofía.2

M. Tort retoma la noción althusseriana de «ruptura epistemológica» para situar la posición en la que queda el discurso filosófico ante dicha ruptura. Todo corte epistemológico, toda ruptura científica, tiene dos momentos: en un primer momento, el corte es ejecutado partiendo de razones que son previas a dicho corte, y por consiguiente se hallan formuladas en el lenguaje previo: las teorías científicas precedentes, las doctrinas filosóficas, o la ideología.3 En un segundo momento, el propio discurso post-ruptura asume esta transformación renovando su propia enunciación: «llevar la formulación del corte al nivel de su propia novedad.»4 El discurso científico se emancipa así de la ideología, de la filosofía o de las teorías precedentes, y se hace consciente de su propia novedad. Sin embargo, en ocasiones la ruptura epistemológica resulta lastrada por el retraso de todo este terreno pre-ruptura donde hay que rastrear las causas de un «reconocimiento ideológico» (en lo que Tort sigue la terminología de Althusser) que insiste en traducir nuevamente el discurso científico al lenguaje ideológico.

Aquí se detiene M. Tort en la singular condición del discurso de Freud y Marx. En ambos, se experimentó una ideologización que retrasó de manera crítica la construcción de una teoría científica, obstaculizando asimismo una subsiguiente transformación de la propia filosofía (algo que se encontraba en la agenda de Freud pero también en la de Marx, en la forma de una filosofía materialista y dialéctica y de una teoría de la ideología).5

¿En qué consistiría la ideologización de Freud? La filosofía interpreta al psicoanálisis desde su propio terreno filosófico, sometiéndolo y negando la radical novedad del freudismo, desconociendo por tanto el pensamiento freudiano real. Es la reacción al psicoanálisis, a partes iguales entre el entusiasmo y la tergiversación, por parte del existencialismo y de la fenomenología.

Esta vulgarización del pensamiento de Freud, es precisamente lo que hace que la revolución freudiana termine «por liberar discursos ideológicos sobre el deseo, el sujeto, la conciencia».6 Este uso vulgarizador por parte de la filosofía de los conceptos del psicoanálisis en la forma de una teoría de la subjetividad o de la conciencia constituye como lo llama M. Tort, «la forma del reconocimiento filosófico (ideológico): traducir de nuevo el discurso científico en una problemática ideológica» (p. 54).

¿Y cuál sería la causa de este retraso? M. Tort localiza este retraso en el problema de la particular relación de Freud y de Marx con la ideología:

No porque ésta fuera más «importante» que en las otras ciencias, sino indudablemente porque en estos últimos casos la ideología, a nivel de los objetos de su discurso, no implicaba al sujeto ideológico del mismo modo y se limitaba a ponerlo de entrada fuera de combate.7

Así pues, la causa principal de la extremadamente activa reacción de la filosofía y de la ideología ante las aportaciones de Freud y de Marx residiría en la resistencia de una antropología ideológica, en una teoría ingenua del sujeto, así como en una filosofía de la historia, ancladas en la tradición filosófica. Se olvida por tanto el corte epistemológico, se traducen las aportaciones de Freud y de Marx a las viejas certezas de la filosofía clásica (Freud traducido a una filosofía de la existencia, Marx traducido al lenguaje pre-marxista de Hegel acerca del sentido de la historia…), para transformar sus respectivas revoluciones teóricas en discursos filosófico-ideológicos: marxismo y freudismo, entendidos como carencia tranquilizadora de reflexión teórica y como refugio reactivo en el empirismo y en el pragmatismo, sean político o clínico.8 En el centro de esta resistencia, se encuentra el rechazo de aquello que es demasiado incómodo en el pensamiento de Freud y de Marx, que no es otra cosa que la propia teoría científica que toma a la filosofía (y particularmente la filosofía del sujeto, de la conciencia, del Yo) no ya como sujeto sino como objeto de estudio, de análisis, de desmistificación. Lo que conlleva la problematización de la propia categoría del sujeto y de la conciencia en tanto una parte más, y no la parte soberana, de nuestro psiquismo o en tanto nudo de identificaciones imaginarias (como lo define Lacan) o representación ideológica (Althusser).

NOTAS

1M. Tort, «Freud y la filosofía», en J. Laplanche, J. Pontalis, M. Tort, Volver a Freud, romper con Freud, Madrid: Dédalo ediciones, 1979, p. 53.

2Ibíd.

3Ibíd., p. 59.

4Ibíd., p. 59.

5Ibíd., p. 60.

6Ibíd., p. 54.

7Ibíd., p. 60.

8Ibíd., pp. 60-62.

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