De la crisis financiera al estancamiento económico (3)

El análisis del libro The Endless Crisis: How Monopoly-Finance Capital Produces Stagnation and Upheaval from the United States to China de John Bellamy Foster y Robert W. McChesney, que comentábamos en el primer post de esta serie, pretende proseguir el análisis de Sweezy. Las tres tendencias enumeradas por Sweezy en el artículo arriba citado, se habrían desarrollado para generar un capitalismo monopolista-financiero (monopoly-finance capital), por el cual las economías de EEUU, Europa y Japón habrían caído en una trampa de estancamiento-financiarización. El resultado es un agravamiento del problema de la absorción del capital excedente y la inestabilidad financiera.

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En el cuadro superior, vemos el descenso, en el largo plazo, de la tasa de crecimiento del capital industrial en EEUU. En Europa y Japón, las caídas son incluso mayores. Esto revela un estancamiento en la producción. En cambio, en el cuadro inferior podemos ver la proporción en el producto nacional bruto alcanzada por los recursos financieros y especulativos como porcentaje de la producción total de industrias productivas de bienes. Se hace notar el desplazamiento de la economía desde la producción a las finanzas especulativas como principal estímulo al crecimiento.

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Este aumento de la inversión no ha repercutido en la creación de empleo en el sector financiero, pues la tasa de empleo como porcentaje de la producción de bienes se ha mantenido durante las dos últimas décadas en un 22%.

Asimismo, tampoco ha estimulado la inversión en la economía real. La tabla siguiente muestra el descenso de la inversión real en estructuras manufactureras (en construcción o renovación de plantas e instalaciones):

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Esto va en paralelo, sin embargo, con un aumento de la capacidad productiva en la industria, generando un exceso, lo que denota una sobreacumulación en el sector. Ello se muestra en la tabla que sigue, donde vemos el descenso progresivo en la utilización de la capacidad productiva de la industria estadounidense. Por supuesto, esto es un desincentivo para la inversión, pues las grandes corporaciones no van a invertir en sectores donde una buena parte de la capacidad de producción permanece sin utilizar.

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Un ejemplo de sobreacumulación es la industria automobilística, que, tras la orgía de las últimas décadas construyendo fábricas, se encuentra en condiciones de producir 94 millones de vehículos al año, lo que excede en 34 millones la demanda vigente según datos de 2008.

Este uso decreciente de la capacidad productiva es paralelo a lo que los autores del artículo caracterizaron en su libro de 2004 como “El estancamiento del empleo”, o el creciente desempleo y subempleo característico en las economías de EEUU, Europa y Japón.

En estas circunstancias, la economía estadounidense se habría vuelto más y más dependiente del sector financiero. Las propias corporaciones industriales se han vuelto estructuras financiarizadas, operando más como bancos financiando la venta de sus propios productos, y ocupadas a menudo en la especulación de mercancías y valores. Actualmente se encuentran más proclives a estas inversiones seguras, que a arriesgarse en el terreno incierto del incremento de la actividad productiva.

Una causa central de este estancamiento es el incremento de márgenes de beneficios de las corporaciones monopolísticas, lo que aumenta los problemas de la absorción del excedente de capital.

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