“The endless crisis” (“La crisis interminable”) es el último artículo de John Bellamy Foster y Robert W. McChesney publicado en el número 64, correspondiente al mes de mayo de 2012, de la revista Monthly Review. Es un avance del primer capítulo de su próximo libro The Endless Crisis: How Monopoly-Finance Capital Produces Stagnation and Upheaval from the United States to China.
El texto plantea que desde la crisis financiera de 2007 originada en EEUU y rápidamente extendida por todo el mundo, y a pesar de una leve reactivación económica en el último par de años, la economía de EEUU, Europa y Japón se encuentra en un momento de estancamiento, con bajas tasas de crecimiento (en el mejor de los casos), alto nivel de desempleo e inestabilidad financiera. Y el crecimiento continuado de China, admirado por todos, está también en cuestión. ¿Es este periodo de bajo crecimiento un anuncio de que nos enfrentamos a un prolongado periodo de estancamiento económico? Este diagnóstico parece compartido por numerosos analistas, como Ben Bernanke (presidente de la Reserva Federal de EEUU), Paul Krugman, la presidenta del FMI Christine Lagarde.
El hecho es que este debilitamiento del crecimiento de las economías estadounidense, europea y japonesa tiene una base real, no sólo en las dos últimas décadas, sino en el largo plazo desde los años 60, como puede verse en la tabla siguiente.
Aunque el descenso ha sido mayor en Europa y Japón, también se ha acusado en EEUU, que no ha podido recobrar su tasa de crecimiento a pesar del estímulo proporcionado por el incremento en gasto militar, burbujas financieras, exportaciones crecientes, y la explotación continuada de la posición privilegiada del dólar como moneda de cambio hegemónica.
Por consiguiente, vemos que el descenso del crecimiento económico precedió durante décadas a la crisis financiera. En el caso de EEUU, la tasa de crecimiento para los años 70 fue de un 27% menos que en la década anterior. En el decenio 2000-2010, se situó un 67% por debajo de la tasa de crecimiento de los 60. La tesis que sostiene el libro de Foster y McChesney es que esta tendencia al estancamiento es la razón de que la economía mundial se haya vuelto tan dependiente de la financiación (o de burbujas económicas financieras especulativas). Una crisis financiera supone, pues, la destrucción de uno de los mecanismos que contrarrestan la tendencia subyacente de las economías capitalistas al estancamiento.
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