Andalucía vuelve a ser, en esta XXI Asamblea de IULV-CA, un territorio donde ensayar fórmulas que pueden condicionar, para bien, los procesos políticos en el conjunto del estado español. Aquí se está jugando nuestro papel determinante para la construcción, porque se dan las condiciones para ello, de un espacio transformador a la izquierda del PSOE-A (y lo suficientemente fortalecido para no recaer en anteriores periodos de subalternidad). Un espacio plural, atractivo para las que sufren la precariedad, la desigualdad de esta falsa salida a la crisis, y en definitiva para “las de abajo” que buscan un referente al que engancharse en medio de este turbulento mar de crisis económica, de crisis de la identidad social y de clase, y de pérdida de referentes morales e ideológicos. Se está jugando la posibilidad de un cambio de ciclo en el largo periodo que comenzó en las elecciones europeas, que se cerró de manera desigual e imperfecta en las municipales, y que dió un viraje incompleto, sólo en el ámbito electoral y tras errores y desencuentros, en la constitución de Unidos Podemos.
Existe, al menos verbal, un consenso en IULV-CA acerca de esta propuesta política. Una propuesta política centrada no sólo en la incidencia institucional y la elaboración de candidaturas, sino en la construcción desde abajo de poder popular. Para ello, la estrategia pasa por el llamamiento no sólo a las organizaciones sino a cada activista, cada referente social, académico, civil y a personas individuales que no se encuentran organizadas actualmente pero que esperan poder integrarse en espacios amables, donde su intervención fructifique, donde no todo se encuentre cocinado y donde las organizaciones y partidos políticos sean antes facilitadores que obstáculos.
La lección de las elecciones municipales sigue reciente: allí donde los procesos de confluencia electoral llegaron a buen puerto (como Madrid o Barcelona), ello se logró gracias a la argamasa de otros sujetos políticos y sociales que desbordaron los espacios y que hicieron posible mantener la unidad incluso allí donde intereses políticos cortoplacistas abogaban por la ruptura. Donde esta argamasa no existía, y donde no se había trabajado eficazmente para construirla en torno a espacios participativos y amables, los resultados fueron decepcionantes.
De la experiencia municipal se extrajo en definitiva una lección doble. La primera: los resultados avalaban que, al menos a la hora de competir electoralmente, la estrategia unitaria se había probado efectiva en el ámbito municipal, y se podía exportar al conjunto del estado. La segunda, que Izquierda Unida debía agilizar sus estructuras, apuntar menos hacia una fórmula electoral clásica, propia de la concurrencia electoral en solitario (lo que se ha teorizado como la “forma-partido”) y organizarse de manera cohesionada, sin fisuras, para dinamizar el activismo social e incorporarlo, mediante el fomento de metodologías participativas y dinámicas incluyentes, en espacios de confluencia más amplios.
Esta necesidad de un correlato entre los fines políticos y los instrumentos organizativos está detrás de la voluntad de IULV-CA, en esta XXI Asamblea, de perfilarse como una herramienta útil para abrir los espacios y para incorporar no sólo a su militancia sino a todo lo que hoy día se encuentra disperso y no necesariamente comulga con las tesis de nuestra organización. En otras palabras, para construir espacios donde el desborde comprenda mucho más que a las militancias de IULV-CA, de Podemos-Andalucía y otros. Esta también es la lección que se ha aprendido de la coalición Unidos Podemos, una fórmula transitoria e insuficiente que debemos superar. Nuestro espacio tendrá una particularidad específica, y dependerá en su composición de si todas y todos hacemos bien nuestro trabajo. A eso nos referimos cuando hablamos de una “marea andaluza”, que no obstante tendrá la denominación definitiva y las señas que entre todas consigamos darle. Y no serán las señas que dicten ni IULV-CA ni Podemos, sino las señas del pueblo andaluz organizado, implicado y concienciado, para dar un revulsivo a la manera en que los partidos hemos venido entendiendo la política institucional, como algo trágicamente separado de la vida cotidiana, lastrado por inercias que sólo los políticos entienden, y desconectado de lo más dinámico y de lo más vital que tiene que aportar una sociedad demasiado apartada hoy día de lo que se hace en el Parlamento de Andalucía.
En estos tiempos, se habla mucho de confusión y de pérdida de certezas. Hay aquí mucho de pose y de llamar la atención con dramatismos injustificados. Tenemos la certeza de que somos y vamos a ser una organización de militantes, en contacto con la calle, y con la experiencia de décadas organizando asociaciones, redes, espacios, plataformas, coaliciones… Tenemos la certeza de que hasta el último militante ha participado y puede participar, en sus asambleas y con voto directo (ahora disponiendo de herramientas digitales para hacerlo) en la definición de la estrategia y en la composición y el control de los órganos que están destinados a ejecutarlas, pero también con métodos de participación más ágiles y de radicalidad democrática que se van a venir imponiendo en el día a día porque esta tendencia es hoy día imparable. Tenemos la certeza de que sólo un bloque de cambio, donde todos quepamos, es capaz de presentar una alternativa en Andalucía a los bandazos ideológicos y a la gestión burocrática y clientelar del PSOE-A. Alternativa también al Partido Popular y a Ciudadanos, que no sólo pretenden ahondar en la línea del gobierno de Rajoy sino también asfixiar toda independencia política y toda autonomía fiscal tan necesarias para poder llevar a cabo las transformaciones sociales y económicas que necesita nuestra comunidad.
Categorías: Política
Muchas gracias por tus análisis. Me fueron de gran utiludad.
Me gustaMe gusta