- Un centro de trabajo no se reduce a una suma de relaciones individuales entre cada uno de los trabajadores y sus empleadores. La empresa es un espacio cerrado, privatizado, donde tiene lugar la producción social de bienes y servicios. Esto signficia que es un fragmento esencial de la sociedad, donde se toman decisiones que afectan al conjunto de ésta (qué producir, cómo producir, etc).
- Puesto que la empresa, y el tejido empresarial en su conjunto, afectan a la sociedad, es preciso que haya mecanismos de control de lo que allí sucede que introduzcan un factor democrático en la gestión de bienes tan importantes pero que están sometidos a las decisiones de unos pocos (gestores, comité de empresa, accionistas, etc… en resumen, propietarios.)
- Los instrumentos de esa democracia en las empresas son los sindicatos y las asambleas de trabajadores. La participación en estos espacios es imprescindible para someter la empresa a un control democrático. Naturalmente, los propietarios pondrán todos los obstáculos posibles para que esta participación sea lo más reducida posible: que cada empleado se limite a cumplir su contrato de trabajo, sin implicarse en el aspecto político y social de la vida de su empresa. Este conflicto entre trabajadores que buscan someter sus condiciones de trabajo y los medios e instrumentos para producir a un control democrático, y propietarios que tratan de afianzar su control oligárquico de las decisiones, es lo que se llama clásicamente lucha de clases. En este caso, se trata de una lucha de clases «económica», en la cual el instrumento tradicional empleado por los trabajadores ha sido hasta la fecha el sindicato.
- El sindicato se encuentra abierto a la participación de todos los trabajadores (a pesar de las posibles amenazas de sus empleadores). El sindicato traduce la voluntad de sus afiliados, si bien como es natural su estructura se halla atravesada por toda clase de instancias intermedias que «interpretan» esa voluntad, desde la base hasta la cúpula. El sindicato es una estructura compleja, cuya organización democrática tiene los mismos límites que vienen caracterizando la democracia representativa clásica. Este es uno de los límites del sindicato, que lo hacen una estructura compleja, pero dentro de la cual es posible dar una batalla por una mayor democracia. Pero sea como sea, con todos sus límites, el sindicato es la única estructura democrática en la empresa que representa los intereses de los trabajadores.
- De ese contexto de democracia imperfecta, pero la única que existe en la empresa, emana la decisión de convocar movilizaciones y huelgas. Esas acciones son la norma o la ley que nos hemos dado como miembros de una comunidad política, la comunidad de los trabajadores organizados en una empresa, en un sector, o en todo un país. La acatamos, como acatamos las leyes justas cuando salen de un parlamento, porque son leyes que se han elaborado siguiendo un procedimiento justo. El que las incumple, juega sus cartas al margen del pacto social, y su comportamiento egoísta sólo no puede ser calificado de criminal por un sencillo detalle: el empresariado quiere romper las movilizaciones de trabajadores, y por ello premiará a los que contribuyan a romper la huelga, perseguirá a los sindicalistas, y aprovechará la ayuda del gobierno y de los aparatos del Estado para deshacer toda movilización incipiente que luche democráticamente para mejorar las condiciones de vida de la sociedad, y lo haga desde ese espacio privatizado que es la empresa, el espacio de la producción social.
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