Las elecciones griegas han dado como resultado dos bloques contrarios:
1) una coalición de dos partidos «sistémicos» históricos, Nueva Democracia y Pasok, que se coaligan para mantener su estatus de partidos hegemónicos.
2) una serie de partidos nuevos o pujantes, que en su oposición dibujan un espectro político nuevo, un sistema de partidos alternativo dentro del sistema aún vigente que sostienen Nueva Democracia y Pasok.
El resultado electoral por tanto es muy complejo, porque la lucha se da en dos niveles. Hay dos bloques (sistémico y antisistémico), cada uno de ellos con ciertos denominadores comunes. Pero mientras el bloque sistémico se presenta como apolítico y técnico, el bloque antisistémico se presenta como un sistema de partidos políticos. La oposición, pues, se da en el primer nivel entre tecnocracia y política, y en el segundo nivel entre opciones políticas contradictorias. Es lo característico de la política, que su oposición a la tecnocracia se concreta en formas contrarias y plurales, que reflejan los antagonismos socioeconómicos vigentes en la sociedad. La tecnocracia, por definición, se presenta como «superadora» de esos antagonismos, ciega ante ellos (y por esa razón, en tiempos de crisis no puede presentar ninguna solución viable a esos antagonismos que se vuelven explosivos).
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